martes, 16 de noviembre de 2010

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Nuestro agradecimiento a José Ramón Bellido por aceptar el dificil cometido de escribir la entrada que inagura el blog de la ASOCIACIÓN CULTURAL SANTA LUCÍA.

Las asociaciones han sido a lo largo de la historia unas de las expresiones máximas de cómo la sociedad civil se ha unido para defender y trabajar por los intereses comunes del pueblo, ciudad o territorio en el que se asientan y representan. La primera constatación escrita del asociacionismo en Navarrete nos llega en el 1120 cuando los repobladores que llegaron de las tierras del Reino de Aragón y Navarra fundaron el pueblo de Navarrete y se agruparon en torno a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. A mediados del siglo XVI el asociacionismo se artículo a través de las denominadas cofradías del Rosario y del Santo Cristo cuya función principal eran organizar los actos religiosos de Semana Santa y velar por las personas pobres y necesitadas del pueblo articulando un sistema incipiente de beneficencia. Incluso acompañaban en el duelo a los familiares de las personas que fallecían. Eran agrupaciones voluntarias formadas por personas del pueblo con fuertes convicciones religiosas que prestaban parte de su tiempo en actividades y ocupaciones que repercutían en beneficio de toda la comunidad. Nuestras dos cofradías pervivieron hasta el año 1964 conservándose parte de su documentación en el archivo parroquial de Navarrete. Paralelamente surgieron las comunidades de regantes que en nuestro pueblo a pesar de los siglos de antigüedad no se oficializan hasta 1971. Después de la guerra civil el estado decreta un nuevo modelo asociativo en campo español, las Cámaras Agrarias, entidades de labradores y pastores  eran las encargadas de organizar y gestionar todos los aspectos relaciones con la principal fuente de subsistencia, el campo y el “ganao”. La brutal despoblación que sufrió el campo aragonés durante los años 60 y 70 dejo bloqueada a toda la sociedad civil. Las cofradías religiosas desaparecieron, las cámaras agrarias y de regantes prácticamente paralizaron sus actividades e incluso el 6 de mayo de 1971 perdimos el ayuntamiento en beneficio de Calamocha. Pero a partir de los años 80  comienza a resurgir de nuevo el impulso espontáneo de unidad en el pueblo. Poca gente sabe que la mayoría de los vecinos de Navarrete solicitaron al Ayuntamiento de Calamocha volver a tener personalidad propia y convertirse en municipio propio. En sesión plenaria de 21 de octubre de 1980 el ayuntamiento de Calamocha debate dicha pretensión de Navarrete, con asistencia de 9 de sus 11 miembros. 4 votan a favor, 3 contra y 2 en blanco, por tanto no se alcanzo el quórum necesario marcado por Ley. El 21 de julio de 1983 una joven Diputación General de Aragón democrática desestimo previo informe de la Dirección General de la Administración Local y el Gobierno Civil de la provincia de Teruel, la segregación de Navarrete de Calamocha.
Pero la semilla se había puesto y en 1987 se creo nuestra asociación, la Asociación Cultural de Santa Lucía.
No nos gustaría olvidarnos en este recorrido histórico sobre el asociacionismo en Navarrete de nombrar a  las comisiones de fiestas, y las peñas, agrupaciones espontáneas y trasversales donde todos hemos participado y que durante muchos años han sido el principal motor del espíritu de colaboración y confraternidad en nuestro pueblo.
Durante estos 23 años de historia nuestra asociación con altibajos ha intentado dinamizar la vida cultural del pueblo. Ha organizado actividades y cursos en la época más dura del año, el invierno, donde las oportunidades para disfrutar y relacionarse con los vecinos se restringen enormemente. Fue capaz de lanzar cuatro números de la Revista “El Olmo” cuya aceptación y apoyo siempre fue incondicional por parte de todo el pueblo.
Recientemente en  la Asociación Cultural Santa Lucia ha entrado una nueva junta con la  convicción de trabajar por el  bien común de nuestro pueblo. La gran tarea del movimiento asociativo del mundo rural aragonés y que nosotros compartimos es mantener a través de todas las actividades que se puedan organizar, un espíritu de vitalidad, que contrarreste el sentimiento de melancolía que sobrevuela por todos los pueblos pequeños, donde parece que “cualquier tiempo pasado siempre fue mejor”.
En definitiva nuestra pretensión con la ayuda de todos los vecinos del pueblo, es mantener vivo el sentimiento y el orgullo de ser y pertenecer a Navarrete.

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